LA HISTORIA
las riquezas de cesar
Bienvenidos exploradores, estáis en las catacumbas de Roma, la ciudad eterna. Llevas días excavando entre las ruinas del Coliseo. A través de innumerables capas de historia y dolor, has encontrado tu camino hacia una cámara desconocida.
Los ves entre el polvo y los huesos. Un cofre hecho de madera vieja. Con cuidado aflojas el candado de metal corroído. La tapa es pesada y el olor a humo y alquitrán te hace cosquillas en la nariz mientras inspeccionas el contenido. Ella yace entre la tela medio podrida de una túnica y los restos de una lira de madera.
El último dolor de Nerón. Golpeado en una losa de piedra, sostenido por el infinito. Las últimas líneas inmortales de un emperador loco. Cantada en los últimos momentos de la ciudad de Roma, antes de entregarse al infinito inexorable:
Con mi toga ensangrentada me paro en la torre, danzantes conflagraciones arden ante mí, en todo su esplendor brillan de nuevo en el sonido de mi lira, dedicada a la inmortalidad, Roma, madre de todas las riquezas, Roma, la loba en mi sangre, déjame inclinarme para siempre torcido, y la dominación sangrienta del mundo prosperó. Pero en tus entrañas yace un tesoro, escondido en el fondo de tu poder, dorado brilla el esplendor del emperador solo se encuentra con la moneda y el sufrimiento para que navegues sobre lo mortal hacia la eternidad y su mesa infinita.
Pero, ¿qué quieren decirte estas palabras? Sabes que hay un tesoro enterrado en las profundas catacumbas. Riquezas infinitas de los antiguos emperadores y reyes de un imperio que aún nos guarda tantos secretos. Junto a la tablilla de piedra, tras un largo momento de perplejidad excavando, encontrarás una caja de madera. Los números están grabados en esto, las letras se pueden adivinar vagamente. Con manos temblorosas tomas la caja, la palpas, palpas los mecanismos y te das cuenta que el último acertijo del confundido emperador no es la canción que dejó al mundo, sino la madera podrida que está entre tus dedos. ¿Pero puedes resolver el acertijo? Recuerda las viejas palabras. Y ellos te mostrarán el camino...